viernes, 3 de noviembre de 2017

Trump, el bloqueo a Cuba y la contra de la Florida Por: Carlos Fazio // En tiempos guevarianos Por: Angel Guerra Cabrera // CATALUNYA: Se cumplen 107 años de la fundación de la CNT, el sindicato que logró la jornada de ocho horas // Registros, vigilancia y amenazas: así conviven los trabajadores del Puerto de Barcelona con la presencia policial // URUGUAY: Chile: Palabras para Daniel // La FUS se moviliza “Para que los cambios no se detengan” // LA BANCA OFICIAL PARALIZA SUS ACTIVIDADES

Trump, el bloqueo a Cuba y la contra de la Florida

Por: Carlos Fazio
Carlos Fazio





Periodista uruguayo radicado en México. Pertenece a la redacción del diario La Jornada y colabora con el semanario Brecha, de Uruguay.
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Este miércoles primero de noviembre, la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba desde 1960, marcará la primera derrota de la diplomacia de guerra de Washington bajo la administración de Donald Trump.
Después de los modestos pasos dados por Barack Obama, la obcecación y tozudez de Trump y su troika de generales (James Perro loco Mattis, secretario de Defensa; H. R. McMaster, consejero de Seguridad Nacional, y John Kelly, jefe de gabinete) les impiden ver que están llevando las relaciones bilaterales a un terreno donde las autoridades de la isla están acostumbradas a lidiar y son más fuertes: el enfrentamiento, con base en las normas del derecho internacional; amén de que ello es un factor de unidad interna, que lejos de debilitar al gobierno cubano, le permite aumentar su respaldo dentro y fuera del país.
Como ha repetido una y otra vez la cancillería cubana a distintos mandatarios estadunidenses, cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos desestabilizadores más sutiles o encubiertos, estará condenada al fracaso.
Desde 1992, cuando Washington reforzó el bloqueo con la aprobación de la extraterritorial Ley de Democracia Cubana (también conocida como Ley Torricelli), Cuba promovió y logró pasar el voto de condena en la ONU en 25 ocasiones consecutivas. En 2016 sumó el apoyo de 191 Estados de los 193 que forman el organismo. Sólo Estados Unidos e Israel votaron en contra. No obstante, en abierto desafío a ese consenso y al derecho internacional, Trump reforzó el bloqueo en junio de este año, lo que podría retrotraer los vínculos con la isla a los peores momentos de la época de la guerra fría.
El 16 de junio pasado, tras pronunciar un discurso cargado de una retórica hostil en el teatro Manuel Artime de la Pequeña Habana de Miami, Trump firmó una directiva denominada “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba”.
El principal objetivo del memorando es revertir los avances alcanzados por el antecesor de Tump en el cargo, después de que el 17 de diciembre de 2014 los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama dieran a conocer la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas e iniciar un proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales.
Atizado por la mafia anticastrista y antipatriótica conformada por los cubano-estadunidenses de Miami, el magnate neoyorquino reincide en la vieja y enfermiza obsesión que frustró a once sucesivas administraciones de la Casa Blanca, de Dwight Eisenhower a Obama, pasando por Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Según el experto estadunidense Arnold August, la redacción del memorando dirigido a provocar un “cambio de régimen” en la isla recayó principalmente en el asesor de seguridad nacional, general H.M. McMaster, y el jefe de gabinete Reince Prebius, bajo la asesoría del senador Marco Rubio y el representante Mario Díaz-Balart, ambos integrantes del núcleo duro de la industria de la contrarrevolución de la Florida.
Marco Rubio, quien fue ridiculizado por Trump durante las elecciones primarias del Partido Republicano, es miembro del Comité de Inteligencia del Congreso y durante la actual administración se ha vuelto un protagonista de la política estadunidense hacia Cuba, abogando por el recrudecimiento del bloqueo e impulsando la ruptura de relaciones. Iguales propósitos guían a Mario Díaz-Balart, cuyo padre y abuelo apoyaron a la dictadura de Fulgencio Batista.
Ambos políticos republicanos provienen de Florida, un estado muy disputado donde los cubano-estadunidenses representan más del 5 por ciento del electorado. Aunque su influencia se ha deteriorado desde hace algún tiempo, los dos conservan una influencia sustancial en los principales medios de difusión masiva del sur de Florida, incluyendo radio y televisión, así como en El Nuevo Herald, edición en español del Miami Herald.
El gobierno de Raúl Castro ha venido modificando paulatinamente el sistema político-económico de Cuba y se ha abierto a la inversión extranjera y al único mercado que existe en el orbe. En ese sentido, reforzar el bloqueo va en contra de los propios intereses del magnate Trump como exitoso hombre de negocios y exhibe su doble moral.
Por otra parte, el bloqueo afecta de manera directa los intereses de empresarios cubano-estadunidenses que votaron por Trump y quieren invertir en la isla, por lo que está cometiendo una clara torpeza política al reforzar la política de aislamiento en vez de ponerle fin.
Varias encuestas realizadas en Estados Unidos, entre ellas la del Centro de Investigaciones PEW (Pew Research Center), un think tank con sede en Washington que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan las relaciones de ese país con el mundo, revela que 76% de los estadunidenses consultados apoya el proceso de normalización diplomática con Cuba iniciado por Obama. Asimismo, establece que 65% de los republicanos, 83% de los demócratas y 75% de los independientes entrevistados apoyan el proceso.
Otra encuesta de la Universidad Internacional de Florida (Florida International University, FIU), da cuenta de que 68% de la población del estado de la Florida apoya el proceso de normalización de relaciones, con un 90% de respaldo en los jóvenes y de 83% entre los votantes registrados.
Cuba es uno de los países más seguros del mundo, por lo que las manipulaciones políticas y mediáticas acerca de supuestas afectaciones a los extranjeros en su territorio son insostenibles y forman parte de las maniobras desestabilizadoras concebidas por sectores que manejan los hilos de la política hacia la isla, como los susodichos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, además de Carlos Curbelo, Ileana Ros-Lehtinen, Ted Cruz, Bob Menéndez y Albio Sires, que encabezan en la coyuntura una coalición de congresistas de ultraderecha republicano-demócrata interesada en mantener el bloqueo y hacer retroceder los vínculos bilaterales.
Al dejar la “política cubana” en manos de esa coalición de legisladores que lucran con la industria de la contrarrevolución que tiene su epicentro en Miami, Trump choca con los intereses de importantes actores estadunidenses como Airbnb, novena compañía en ingresos por movimiento de turistas: sectores de agricultores que atraviesan una de las crisis más agudas desde la década del 30, y productores de lácteos que pierden anualmente millones de dólares que Cuba compra en ese renglón.
A guisa de ejemplo, la cosecha de 2016 alcanzó una cifra récord en Estados Unidos, pero permanece en almacenes abarrotados de trigo, maíz y otros granos por falta de mercado. El trigo es el segundo rubro de importación cubana y se compra a Canadá, China y Francia, que se benefician a costa de los granjeros de la Unión Americana a causa del bloqueo.
Según dichos del senador republicano por Kansas, Jerry Moran, estudios sobre la dieta de la población cubana demuestran que debido a las restricciones de comercio con Cuba, los agricultores de Estados Unidos perdieron entre 2013 y 2015, mil millones de dólares en exportaciones.
El recrudecimiento del bloqueo también afecta a los emprendedores privados cubanos −el sector privilegiado por Barack Obama como una de sus principales herramienta para su política encubierta de “cambio de régimen” en Cuba− directamente vinculados al sector turístico, que podrían dejar de ganar hasta 21 millones de dólares en lo que queda del año. Los llamados emprendedores hospedaron, alimentaron y transportaron una parte significativa de los 285 mil visitantes estadunidenses que estuvieron en Cuba en los primeros cinco meses de 2017 y se perfilan como los grandes perdedores tras la aplicación de las nuevas enmiendas introducidas por la administración Trump.
¿Moraleja? A mayor bloqueo estadounidense a Cuba, mayor apertura de puertas del naciente mercado cubano a los inversionistas europeos y latinoamericanos.
El voto en contra del bloqueo a Cuba en la ONU, el próximo miércoles, irá una vez más en sentido inverso a la postura de Washington y su socio privilegiado en Medio Oriente, Israel. No obstante, y pese al consenso internacional, es previsible que los generales que se apoderaron del control de la Casa Blanca: James Perro loco Mattis; H. R. McMaster y John Kelly, persistirán en la aplicación de una política de guerra no convencional y asimétrica contra Cuba, que en sus diferentes fases y modalidades ha venido fracasando desde el triunfo de la revolución en 1959.


En tiempos guevarianos

Por: Angel Guerra Cabrera
Angel Guerra Cabrera



Periodista cubano residente en México y columnista del diario La Jornada.
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La acampada de miles de personas, principalmente jóvenes, de todo el mundo, en Vallegrande, Bolivia, muy cerca del lugar donde Che Guevara pasó a la inmortalidad, simboliza la permanente influencia y necesidad en el mundo del ejemplo y las ideas del revolucionario cubano-argentino. Entre los acampados, el presidente Evo Morales, principal convocante a las decenas de actividades culturales y políticas que se han llevado a cabo allí para recordar al Guerrillero Heroico a medio siglo de su caída en combate y posterior asesinato por órdenes de la CIA. Junto a Evo, los hijos y el hermano del Che, Roberto, así como el comandante Ramiro Valdés Menéndez, vicepresidente cubano y cercano compañero de Guevara en la Sierra Maestra, la invasión de Occidente y la batalla de Santa Clara.
Difícilmente un indio revolucionario habría llegado a la presidencia y refundado Bolivia sin el antecedente de la guerrilla del Che, el ejemplo moral que sentó, y el ciclo de luchas populares que inspiró a partir de entonces en el territorio de lo que es hoy el Estado Plurinacional.  Junto a Bolivia, también Venezuela, Ecuador y Cuba viven experiencias de transformación social en las que resulta evidente la presencia del fresco y renovador pensamiento del Che. Pero en muchos otros lugares del mundo, las luchas populares encuentran estímulo en ese pensamiento y ese ejemplo.
Es conocido el fervor que despierta el Che en el neozapatismo, en las universidades de América Latina y entre jóvenes de las cuatro esquinas del planeta.
El Che habló en Cuba este ocho de octubre en boca de su vicepresidente Miguel Díaz-Canel, quien al evocar la vigencia de su pensamiento ante el mausoleo donde reposan sus restos enarboló, como esencial en la política exterior de Cuba, aquella frase inolvidable del guerrillero en la Asamblea General de la ONU, en la que advertía que “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada”.
Díaz-Canel dibujó el panorama de la difícil e incierta situación que atraviesa la humanidad con las nuevas formas de acumulación del capitalismo neoliberal, las intervenciones militares, los intentos de colonización y estandarización cultural, el peligro de una conflagración nuclear y el cambio climático como amenaza a la supervivencia del género humano. En un discurso de tono guevarista puso énfasis en la política internacionalista cubana y ante las amenazas y sanciones contra Venezuela reiteró “la solidaridad incondicional de Cuba al pueblo bolivariano y chavista, a su unión cívico-militar, al gobierno que encabeza el presidente constitucional, compañero Nicolas Maduro Moros”.
El vicepresidente isleño subrayó que fiel al legado de Fidel y del Che “Cuba no realizará concesiones inherentes a su soberanía e independencia y no negociará sus principios ni aceptará condicionamientos.  Los cambios necesarios en Cuba los está decidiendo soberanamente el pueblo cubano”.
Es pertinente recordar en estos tiempos que Guevara, quien en su diario de Bolivia anotó en el 14 aniversario del ataque al cuartel Moncada, “rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios”, concedió singular trascendencia al estudio de la teoría revolucionaria en sus fuentes originales.
A su enriquecimiento permanente mediante el análisis crítico de la realidad objeto de transformación. A la generación de una nueva conciencia socialista y comunista llamada a ser construida y superada cotidianamente en la práctica revolucionaria. A la voluntad indomable de lucha con el mayor apego a los principios. A la unidad sin prejuicios de todos los verdaderos revolucionarios al margen de sus siglas o etiquetas de procedencia y al ejercicio sin cortapisa del internacionalismo, requisitos indispensables tanto del derrocamiento del capitalismo y el ascenso del pueblo al poder político cuanto de la construcción de la nueva sociedad.
Junto a Fidel, pavimentó en su práctica como uno de los líderes de la Revolución Cubana y en el estudio de las experiencias previas el camino hacia la elaboración de una verdadera teoría de la construcción socialista, casi inexistente cuando Cuba abrazó esa aspiración. La autotrasformación del ser humano en “hombre nuevo” como objetivo central del socialismo y el papel fundamental de la voluntad para producir y acelerar las transformaciones revolucionarias son probablemente las más valiosas contribuciones al pensamiento revolucionario de estos dos grandes de todos los tiempos.

Un sello con la efigie de Ernesto Che Guevara, editado con motivo del 50 aniversario de su muerte, es un éxito de ventas en Irlanda, país donde el revolucionario argentino tenía raíces familiares.
“Inicialmente habíamos impreso 122.000 sellos… Nos vemos obligados a reimprimir” ante la gran demanda, declaró el viernes un portavoz de los Correos irlandeses. El sello de un euro reproduce el célebre retrato en blanco y negro creado por el artista dublinés Jim Fitzpatrick en 1968, con un fondo de color rojo sangre. El padre del Che Guevara, Ernesto Guevara Lynch, era un ingeniero civil de origen irlandés, y la frase que se le atribuye –“en las venas de mi hijo corre la sangre de los rebeldes irlandeses– figura en el sobre creado para acompañar el sello con el que se honra a su hijo. El homenaje no suscita sin embargo unanimidad. El senador Neale Richmond consideró la iniciativa “totalmente inaceptable”, y se preguntó si los Correos de Irlanda también tenían la intención de honrar a dictadores como Pol Pot o Nicolae Ceausescu.



Otras miradas

‘Das Kapital’: Reloading…

15 Sep 2017

por Leopoldo A. Moscoso
Puede que la codicia y su lado menos dominguero —la ambición— sean las fuerzas con las que el capitalismo organizase el sometimiento de las clases subalternas que hasta entonces habían estado bajo el imperio de la desnuda crueldad feudal. El capitalismo remplazó la gloria por el afán de lucro, la coacción de la lanza por la de la necesidad, y consiguió esconder debajo de las libertades liberales el mecanismo oculto que hacía posible la explotación del hombre por el hombre.
Es posible también que frente a la ambición de los poderosos pueda ponerse el entusiasmo y la esperanza de quienes anhelaban un mundo más justo. Pero la ira del exaltado y el entusiasmo del revolucionario no bastaban por sí solas. “La indignación”, que es un fin en sí misma, “es una patología” —había escrito un jovencísimo Marx en la Crítica de la Filosofía del Derecho en Hegel (1844) —; así pues “el trabajo central de la crítica”, que es un medio, “es la denuncia”. Era preciso desvelar el secreto de la forma mercancía, pues en él se encontraba encerrado el mecanismo de la explotación capitalista del hombre: la apropiación de plus-trabajo impagado bajo la forma de un plusvalor que resulta invisible al ojo porque se encuentra incorporado a la mercancía.
Era ir mucho más lejos de lo que llegaron cuantos se habían empleado en condenar moralmente el capitalismo. La propiedad era un robo, sí. Pero no por las razones morales que había manejado Proudhon, quien en 1840 protestaba que se llamase talento y astucia a lo que no era más que la ley de la violencia y el fraude —las dos virtudes cardinales de los ladrones capitalistas. Marx quiso ir más lejos. La propiedad era un robo porque es el oscuro reverso de la libertad del hombre. La propiedad de unos condena a los demás a vivir bajo la coacción de la necesidad, de modo que el capitalismo ya no era solo ese sistema inmoral y corrupto que habían denunciado los sombríos escritores de la burguesía europea: el capitalismo era un sistema irracional que condenaba a los hombres que luchan por subsistir a no poder hacer lo que piensan y a no poder pensar lo que hacen.
Tras la derrota de las revoluciones de 1848 en Francia y Alemania, Marx emigra a Londres, donde forma una familia numerosa. Excluido de la vida académica alemana, y en el exilio, entre su cochambroso apartamento del Maitland Park Road londinense y una biblioteca pública, Marx se puso a la tarea de remplazar la indignación por la denuncia, de desvelar el secreto de la acumulación capitalista. El Capital  fue escrito en las salas de lectura del British Museum, y el primer volumen tarda 17 años en ver la luz: aparece en 1867. Muerto en 1883, Marx nunca llegó a  ver la publicación de los dos últimos volúmenes editados por Engels. El volumen II vio a luz en 1885 y el volumen III en 1894.
En aquellos años anteriores a la insurrección de La Comuna de París, El Capital se convierte en el más importante de los proyectos intelectuales de Marx en la última etapa.
No fue así, sin embargo. Si la primera mitad del siglo XIX se había caracterizado por la proliferación de revoluciones sin proletarios, la segunda mitad del siglo se caracterizó por la expansión de un proletariado sin revolución. Incluso en la Alemania sometida a las leyes anti-socialistas de Bismarck, acabarían predominando las organizaciones de tipo reformista, y después del triunfo de la Revolución de Octubre —que conmemoramos en este año también— el capitalismo se esforzó por conseguir cotas de redistribución y de igualdad que desmintieran las sombrías predicciones de los críticos decimonónicos del capitalismo.
Aunque la actual exacerbación del régimen neoliberal amenaza a la clase media del hemisferio occidental, lo que podría ser una vindicación tardía de las prognosis de Marx y Engels, no está claro —a mi juicio— si Marx y Engels estaban describiendo la lógica del capitalismo, tal y como ellos creen que éste va a funcionar en el futuro, si simplemente describen —como hace Marx magistralmente en el volumen I de El Capital— el proceso de expropiación y concentración de la propiedad que acompaña a la fase de la acumulación capitalista originaria, o —una tercera posibilidad— si están tomando una vez más el pasado por el futuro.
En el siglo más cientificista de nuestra historia contemporánea, Marx se esforzó por distinguir ideología y ciencia, separando el socialismo utópico del socialismo científico. Se trata de un modo ilustrado de razonar basado en la creencia de que la ciencia y emancipación de la humanidad deben forzosamente tener el mismo rumbo. La disputa novecentista sobre el método de las ciencias sociales y el modo en el que la ciencia contribuyó a los horrores del siglo XX, mostraron que ese proyecto es imposible. Desde entonces estamos ahí: el marxismo necesita desesperadamente de un aggiornamento —algo que, por lo demás, está en la agenda de toda la izquierda occidental desde los años setenta— pero el marxismo necesita sobre todo que todos aquellos que se reclaman herederos de su legado, o de cualesquiera de sus partes, alcancen un acuerdo no dogmático sobre cómo emplear sus herramientas sin maximalismos ni sectarismos, sin ortodoxos ni renegados. Es perentorio porque hoy resulta perfectamente posible pensar en la emancipación de los oprimidos y explotados del mundo sin referencia alguna a la teoría marxista del capitalismo, del valor, de las clases, del estado o de la revolución.
De hecho, todas estas vertientes del marxismo teórico no han dejado de producir anomalías a lo largo de los últimos 150 años; y ahí seguimos pegados a la tarea del monsterbarring. La teoría marxista del capitalismo no ha comprendido bien el capitalismo post-industrial caracterizado por la primacía de la esfera de la circulación sobre la esfera de la producción y por la posibilidad de que la revalorización del capital tenga lugar independientemente de la relación salarial. En los capítulos XII, XIII, XIV y XV del volumen III de El Capital —que hicieron correr ríos de tinta el siglo pasado— Marx insistió en su Ley de la Caída Tendencial de la Tasa de Ganancia, que derivaba de las contradicciones inherentes a, por un lado, la inclinación del capitalismo hacia el aumento de la composición orgánica del capital y, por otro, la imposibilidad de obtener plusvalía de la explotación de cantidades cada vez más pequeñas de trabajo humano. Fueron los marxistas neorricardianos del siglo XX los que tuvieron que recordarnos que la teoría marxista del valor-trabajo no había ajustado las cuentas con sus propios límites históricos, y con el hecho de que es la relación de fuerzas en la lucha social —y no el tiempo de trabajo humano incorporado a las mercancías— la que determina desde fuera el nivel de los precios, de los salarios, del empleo y del excedente empresarial.
De manera análoga a lo sucedido en la teoría económica, la teoría marxista de la sociedad y del estado ha tenido que enfrentar toda clase de anomalías que amenazaban sus postulados nucleares: la de las clases sociales se ha enfrentado a cada vez más complejas discordancias entre las situaciones objetivas y subjetivas de clase, la proliferación de situaciones contradictorias de clase, etc. De igual modo, la teoría marxista del estado no ha digerido la controversia —que ya dura más de un siglo— entre los partidarios de subrayar la naturaleza clasista de la dominación capitalista, y quienes insisten en el carácter instrumental de las instituciones democráticas de la burguesía. Incluso sin mencionar la disputa sobre la extinción del estado que comenzó con la resaca de La Comuna, apenas se ha avanzado desde entonces en la distinción entre dictadura y democracia, impidiendo a cuantos rehúsan ver la dictadura revolucionaria como una dictadura soberana la comprensión del carácter inevitablemente dictatorial de toda dominación de clase. La teoría marxista de la revolución se enfrenta, en fin, al rígido corsé de la sucesión de los modos de producción de la vida material, así como a su incapacidad para generar una teoría de la conciencia revolucionaria. Tales son las razones fundamentales por las que hace ya tiempo que no es posible —filosóficamente hablando—  “ser marxista”. A mi juicio, todas esas razones se resumen en una sola, que tiene que ver con la parte más débil del proyecto del socialismo científico de Marx: su insostenible filosofía de la historia. Nada hay de necesario o de ineluctable en el socialismo. Como eschaton, el socialismo es sólo una bella posibilidad. Pero es igualmente posible que nunca suceda, o que la humanidad desaparezca antes si rehúsa darse cuenta a tiempo de que su modelo de colonización del planeta es insostenible, o incluso es posible que la emancipación de los parias de la tierra acabe teniendo lugar —si es que alguna vez tiene lugar—bajo un paraguas filosófico-político diferente. Baste por el momento con reconocer que nuestras posibilidades de ruptura con el régimen capitalista neoliberal son más bien magras y que —como repiten algunos con socarronería— puede que el capitalismo tenga “los siglos contados”.
Ahora bien, igual que fui fumador y hoy no soy un fundamentalista anti-tabaco, el haber dejado de ser marxista no ha de convertirme —creo—  en un antimarxista resentido. Dejo a propósito para el final la teoría marxista de la ideología. Hace tiempo que creo que la crítica marxista de la ideología es la menos prescindible de las contribuciones de Marx, y tal vez por ello siempre me ha parecido que las muy hegelianas páginas que Marx dedica al Fetichismo de la Mercancía en el volumen I de El Capital deben contarse entre las más valiosas de sus contribuciones. Como he recordado al principio, Marx no condenó el capitalismo sólo porque fuera un sistema inmoral que convierte en mercancía —en un medio, es decir— a aquel hombre que debía ser un fin, sino porque es un sistema irracional que produce desigualdad e infelicidad, aliena al hombre y lo condena a llevar una doble existencia esquizofrénica. Al menos, a la mayoría de los hombres, lo que explicaría la manera, ciertamente difícil de comprender, en la que muchos de los oprimidos se abrazan a sus cadenas, que son lo único que deberían querer perder. Se trata, es verdad, de una de esas teorías primitivas que aún aspiran a ser omnicomprensivas. Pero no del todo. Al contrario de lo que había sucedido con la escatología de Hegel, la teoría de Marx lo explica todo excepto al propio observador, que debe enunciar su teoría desde ninguna parte. El observador enuncia la teoría, pero la teoría no enuncia al observador. Incluyendo la derrota de la revolución, —muchas veces vivida por Marx— desde el marxismo es posible comprenderlo casi todo… excepto al propio Karl Marx.
Tal vez por ello, Marx nunca se cansó de repetir, e incluso llegó a dejar por escrito, que él “no era marxista”. Y tal vez por ello, la reflexión sobre El Capital en el siglo XXI tenga que ir más allá del análisis de la estructura de la propiedad, de la distribución de la riqueza y de la renta, y de la transmisión de las desigualdades por medio de la herencia. Muchos años antes de escribir El Capital, en la Crítica a la Filosofía del Derecho en Hegel, Marx había insistido —con la vehemencia propia de su juventud— en no poner la historia al servicio de la filosofía, sino en la necesidad de poner por fin la filosofía al servicio de la historia. Se trata de cambiar el mundo a mejor, y no de una disputa sobre cuál —si alguna— es la ortodoxia ideológica más correcta. Y parece una buena recomendación, pues la historia muestra siempre su a posteriori —es decir, su trasero— a todos los necios que creen haber comprendido su rumbo.


CATALUNYA

Se cumplen 107 años de la fundación de la CNT, el sindicato que logró la jornada de ocho horas

Ha protagonizado una de las grandes luchas obreras de la historia de Catalunya, la llamada 'Huelga de La Canadiense'. 
memoria pública
Protesta de la CNT.- CNT VALENCIA
Huelga La Canadiense.-
Huelga La Canadiense.-
Este miércoles se cumplen 107 años de la creación de la Confederación Nacional del Trabajo. En el segundo congreso del sindicato catalán Solidaridad Obrera, reunido en Barcelona, se decidió la creación de una alternativa a la UGT a nivel estatal. La nueva organización sindical vivió su primera ilegalización al año siguiente de su nacimiento, lo que no impidió que continuase creciendo, y que a finales de 1919 contase con alrededor de 700.000 afiliados.
Ese año la CNT había protagonizado una de las grandes luchas obreras de la historia de Catalunya, la llamada 'Huelga de La Canadiense'. Dicha huelga se inició por el despido de varios trabajadores de la compañía eléctrica Riegos y fuerzas del Ebro, pero llegó a ser una huelga general que paralizó dos terceras partes de la industria catalana y llevó a que España fuera el primer país del mundo en el que el movimiento obrero logró la jornada de ocho horas por ley.
La relación de la CNT con la II República tampoco fue tranquila
Durante la dictadura de Primo de Rivera la CNT fue duramente reprimida, pero consiguió mantener buena parte de su fuerza. La relación de la CNT con la II República tampoco fue tranquila, como prueban los sangrientos incidentes de la huelga en la Compañía Telefónica Nacional de España, que provocaron 20 muertos en Sevilla, el movimiento insurreccional en el Alto Llobregat o los llamados 'Sucesos de Casas Viejas'.
Cuando parte del ejército y la derecha dan el golpe de Estado en julio de 1936 la CNT se enfrenta al fascismo y tiene un papel muy importante en el fracaso de los sublevados en varias ciudades. La CNT era la organización política más potente en algunos territorios y eso hace que llegue a hacerse cargo de la situación en no pocos municipios, iniciando un proceso revolucionario al mismo tiempo que organiza columnas que marcharán al frente. Sin la fuerza de la CNT sería muy difícil imaginar que la II República hubiera aguantado el envite de los sublevados y aliados italianos y alemanes durante tanto tiempo.
Con la victoria de los sublevados la CNT fue ilegalizada, sus bienes confiscados y sus militantes perseguidos. Tras 38 años de oscuridad la CNT presentó sus estatutos el 7 de mayo de 1977.


Registros, vigilancia y amenazas: así conviven los trabajadores del Puerto de Barcelona con la presencia policial

La normalidad de los portuarios ha sido interrumpida por un contingente de miles de policías y guardias civiles. Los obreros denuncian controles constantes y amenazas en redes sociales por informar de su situación.
Vehículos de la Policía y de la Guardia Civil a la entrada del Puerto de Barcelona. REUTERS/Eloy Alonso
Vehículos de la Policía y de la Guardia Civil a la entrada del Puerto de Barcelona. REUTERS/Eloy Alonso
BARCELONA
Atracados en el puerto de Barcelona desde el 20 de septiembre, dos cruceros llenos de policías y guardias civiles han alterado la normalidad portuaria. Y de Twitter. El despliegue se había anunciado hasta el 5 de octubre pero su presencia ha sido prorrogada en diversas ocasiones.
El masivo despliegue policial ha convertido el Puerto de Barcelona en un “cuartel militar”, explica a Público Josep María Beot, estibador y secretario de la Organización de Estibadores Portuarios de Barcelona (OEPB). “Los exhaustivos controles distorsionan el día a día habitual”, incide. Beot aclara que no son independentistas ni unionistas y todas las ideologías, “desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha”, caben en su sindicato. En OEPB están afiliados los más de 1.000 trabajadores de la estiba barcelonesa.
“Sufrimos los controles de identidad y de pase pero al final nos hemos acostumbrado”, expone Enrique Pecero, trabajador de Remolcadores de Barcelona y delegado sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT). Pecero trabaja a 50 metros del crucero Rhapsody que acoge a miles de policías nacionales en el muelle de Lepanto. Antes del 1-O, la Guardia Civil “registraba a menudo nuestros coches”. En 28 años de trabajo, este remolcador ha pasado tres controles de seguridad y en la semana previa al referéndum ha sufrido este trámite en otras tres ocasiones, denuncia a Público.
El control armado de la policía se puso sin previo aviso y sin luces en una zona no iluminada, pudiendo causar atropellos nocturnos de los policías, observa otro sindicalista de servicios portuarios que escoge el anonimato. “Lo han puesto en un lugar que nos obliga a pasar segundos controles y hasta registros de nuestros vehículos”, añade. Cada trabajador de amarre puede llegar a pasar 40 veces en una guardia por el lugar en que se encuentra el punto de vigilancia policial.
“Quema que nos pregunten ‘¿dónde vamos?’ cuando vestimos de uniforme y estamos claramente identificados con nuestro pase. Nos gustaría que retiran el control un poco para que nos permitiera salir con total libertad” de la base de amarre, denuncia. El sindicalista anónimo relata que fue encañonado con un fusil por un policía a la hora de sacar de su bolsillo el pase de seguridad dentro de su vehículo. “Es como un Estado policial. Estamos muy hartos de no poder trabajar tranquilos”.
El hartazgo es tal que los distintos sindicatos (UGT, Comisiones Obreras, CGT y Organización de Trabajadores Empresas Portuarias) de las empresas de amarre y remolque que operan en el muelle de Lepanto del Puerto de Barcelona se han unido por primera vez en su historia. Las organizaciones de trabajadores han formulado una protesta a los gerentes de las compañías para que les den una justificación del control y de por qué no fueron informados con antelación.
Vista de los barcos 'Rhapsody' (i) y 'Moby Dada' (d) en el Puerto de Barcelona, donde se alojan miembros de la Policía y de la Guardia Civil.. REUTERS/Albert Gea
Vista de los barcos 'Rhapsody' (i) y 'Moby Dada' (d) en el Puerto de Barcelona, donde se alojan miembros de la Policía y de la Guardia Civil.. REUTERS/Albert Gea
Algunos policías fuera de servicio realizan ejercicio físico y corren en zonas privadas del puerto como las bases de los trabajadores portuarios. Un sindicalista denuncia que lo han llegado a hacer sin chaleco reflectantes, lo que generó problemas de seguridad y obligó a suspender “algunas operativas de trabajo”. La situación se denunció a la Autoridad Portuaria y ahora solo entrenan en zonas seguras.
Desde CGT han comunicado a la dirección del puerto que los controles policiales eran excesivo. Todos los trabajadores ya tienen que pasar un registro de Policía Portuaria antes de acceder al muelle y desde que llegaron los barcos policiales muchos trabajadores son sometidos a otro. “Hay un control y una seguridad muy elevada” en los accesos, incide otro trabajador.
“Nos sentimos vigilados. Hay mucha Policía y Guardia Civil pero nunca nos hemos sentido agredidos”, concede Pecero. Los remolcadores hicieron una pitada de más de 5 minutos “a favor de las libertades, no de la independencia” en protesta por la presencia de los Cuerpos y Fuerzas del Seguridad del Estado en su lugar de trabajo. Pecero reconoce que tras la consulta del 1 de octubre se han relajado los registros a los trabajadores portuarios.
Los estibadores anunciaron el 21 de septiembre que no operarían aquellos buques que “pueden trabajarse con los medios propios de los cuerpos de seguridad del Estado”, una declaración considerada de “simbólica” por otros trabajadores portuarios porque “no suelen avituallar esos barcos”. Beot declara que ese día recibieron una solicitud para operar en ese barco, desmintiendo una información de El País que afirma que Interior usa otros proveedores y no necesitan la ayuda de los estibadores.
El sindicato de estibadores, pese a no estar de acuerdo en un principio, secundó la huelga general del 3 de octubre tras la represión estatal del referéndum independentista. Este martes han secundado también un paro de cinco minutos por el envío a prisión provisional de los líderes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural.
“Los amarradores hemos informado a través de redes sociales de lo que pasaba en el puerto y nos mostramos públicamente en contra de la presencia de los dos barcos. A raíz de nuestras declaraciones, empezamos a recibir muchas amenazas de cuentas de Twitter de nazis, sindicatos policiales y de los propios policías que están dentro de los barcos”, explica un trabajador de CNT Portuarios que prefiere no dar su nombre. Las coacciones obligó a activar un protocolo de seguridad en la sede del sindicato.
Policías en la entrada del Puerto de Barcelona. REUTERS/Vincent West
Policías en la entrada del Puerto de Barcelona. REUTERS/Vincent West
La noche previa al referéndum del 1 de octubre se cerró el puerto, cuenta el amarrador cenetista. El motivo, siempre según el anarcosindicalista, fue la información sobre los operativos policiales que CNT Portuarios publicaba en redes sociales. “La policía se puso en los accesos al puerto y no dejaron entrar ni a los trabajadores”, denuncia. En los días posteriores, los empleados de la compañía en que trabaja a este sindicalista sufrieron numerosos controles y registros policiales, llegando en algunos casos a tener que enseñarles el móvil a los agentes por si habían hecho fotos o vídeos.
CNT denunció públicamente esta situación. La reacción de la Guardia Civil fue entrevistarse con los responsables de la empresa de amarre, cuenta el sindicalista. El contenido de la conversación es es desconocido por los empleados.
La actividad en Twitter de los amarradores de la CNT, donde han denunciado e informado de los movimientos de la Policía y Guardia Civil, ha logrado una gran difusión. El número de seguidores de su cuenta en la red social ha pasado de unos 1.300 a más de 31.300 seguidores, superando a su sindicato ‘madre’ de Barcelona y al confederal.
El secretario de la OEPB cree que “es imposible” que los agentes estén bien en “cubículos” y que sus “condiciones no son buenas”. “Les tiene que afectar psicológicamente”, opina Beot. El estibador cree que esta situación no es agradable para nadie.
Moby Dada, el barco de Piolín, se encuentra en una terminal con un contorno de seguridad privada y los trabajadores entrevistados no han tenido ningún problema con los agentes que allí duermen.
Público intentó entrevistar a trabajadores en el puerto de Barcelona pero la Autoridad Portuaria no permite el acceso a los periodistas desde el 20 de septiembre por la presencia de los dos barcos que alojan a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.


CNT ante la situación en Catalunya

Los sucesos que están aconteciendo estos días son tan trascendentales para la clase trabajadora que CNT considera necesario emitir un comunicado exponiendo su postura. Nos parece evidente que el impase en el que se instala la cuestión soberanista catalana, después de que el presidente del Govern catalán haya suspendido la declaración de independencia, supone el inicio de una etapa turbulenta, principalmente como consecuencia del azote que supondrán las demandas de diferentes grupos de presión del régimen del 78 que pretenden que el Gobierno español aplique sin demora el tristemente famoso artículo 155.
Por supuesto que el cumplimiento de estas amenazas sería letal para los derechos y libertades de una población catalana contestataria, y sobre todo para los sectores obreros, sobre cuyas espaldas se cargarían mayoritariamente, como sucede en cualquier sociedad capitalista, las imposiciones gubernamentales. Pero aún más terrible sería que todo esto se produjera en un contexto en el que la solidaridad de trabajadoras y trabajadores de todo el Estado se encontrase fracturada. De ahí que CNT quiera alertar sobre lo pernicioso del relato de la crisis política catalana que están difundiendo mayoritariamente los medios de comunicación, desde el fanático “a por ellos” al boicot fascista a la Diada valenciana.
De acuerdo con lo que ya había recalcado, CNT apoya de manera inquebrantable el derecho a decidir, con la esperanza además de que se extienda al resto de territorios y de ámbitos de la vida, frente a cualquier tipo de chantaje, intimidación o cuadro apocalíptico que se oponga. Como dijo el clásico, “no nos dan miedo las ruinas porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones…”, y las clases productivas están de nuestra parte.
Por ello, CNT se mantiene de momento expectante, vigilando que los intereses de trabajadoras y trabajadores no se vean afectados por las novedades.


URUGUAY

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Lourdes Villafana, viuda de Daniel Viglietti, y el músico Mauricio Ubal, ayer, en el Teatro Solís. Foto: Pablo Vignali

Se hizo aguacero

Luego de que circulara ayer la noticia del fallecimiento de Daniel Viglietti, cientos de músicos y artistas recordaron al talentosísimo compositor y guitarrista, que pudo ser concertista pero eligió el camino de la canción popular, y marcó a varias generaciones con su potente y rigurosa trayectoria. En cuanto a su papel fundamental en la llamada canción de protesta desde los años 60, su amigo el musicólogo Coriún Aharonián –que falleció el 8 de octubre– siempre destacaba su ética y su poética, y reconocía que Viglietti mantuvo un gran compromiso no sólo con lo social y político sino también con la autoexigencia al crear, convirtiéndose en un punto de partida muy importante para la identidad creadora e interpretativa.
El cantautor y docente Rubén Olivera contó a la diaria que primero conoció “Canción para mi América”, y después su segundo disco, Hombres de nuestra tierra. Ciclo de canciones uruguayas (1964) y la trilogía clásica Canciones para el hombre nuevo (1968), Canto libre (1970) y Canciones chuecas (1971), de los que “sacó” todas las canciones, que se convirtieron en una fuente de aprendizaje. Señaló que es “muy rico cuando alguien conjuga ser un buen cantor, un buen guitarrista, un buen compositor e incluso un buen pensador, porque él venía de la escuela de Héctor Tosar y Coriún, que se terminaron convirtiendo en paradigmas”. En ese sentido, recordó que en los 60 conjugó la separación de la matriz argentina y el direccionamiento, a nivel conceptual, por la revolución cubana, pero siempre en la búsqueda de “niveles de calidad, recuperación de matriz propia e invención. Fue el primero que tomó la poesía española, el primero en hacer un árbol conceptual integral como el disco temático Hombres de nuestra tierra, totalmente basado en géneros locales. En él, además, reunió a la fotógrafa Isabel Gilbert [que recorrió campos y sierras para su trabajo] y al poeta Juan Capagorry; ese tipo de ideas muy redondas. Además de ser un cantante épico a la vez que lírico; con una fase adusta, pero una gran ternura y un gran humor”.
Para Olivera, fue un compositor que logró hablar de aspectos crudos sin que el producto artístico se doblegara. Por eso, señaló que cuando se escucha un acorde de Atahualpa Yupanqui, el excepcional grito de John Lennon o una nota de Viglietti, el “grado de verdad y credibilidad es muy alto. No es casualidad cuando uno deja de lado lo sensiblero y lo grandilocuente, porque al crear con verdad hay un descarte de lo superfluo. Eso se transmite en un solo sonido, en un solo toque de guitarra, en la calidez de la voz. Si pudieras separarlo en un prisma, tendrías un arcoíris de ternura, humor, seguridad, coherencia, solidez. Hoy todos tenían algo para contar de su conexión directa con cada oyente. Era una fuente”. En cuanto a lo guitarrístico, recordó que, al tratar de tocar sus canciones, en un momento dijo “acá hago lo que puedo, porque no sé cómo se hace”. Y aún le pasa lo mismo, porque Viglietti “inventó un resumen ideal de maestros de guitarra como Abel Carlevaro y Atilio Rapat”. Contó además que era de los pocos veteranos que iban a todos los recitales de jóvenes, y que cuando volvió del exilio a Argentina, “en los primeros recitales nos invitó a Larbanois-Carrero, a Luis Trochón, al Choncho Lazaroff, a Leo Maslíah y a mí a cantar, y nos pagó parte de lo que él iba a cobrar. Por donde lo mires y donde lo rasques, hay una construcción de su verdad, y un mantenimiento de esa verdad que él sabía que tenía. Era un faro”, sostuvo. En cuanto a su obra reciente, comentó que tenía unas cinco canciones nuevas sin grabar: “Ahora viene el mismo paso que también se da con Coriún y que tiene que ver con el archivo, porque hay que ver cómo se pueden conservar y ordenar esos cientos y cientos de cintas de comentarios y entrevistas desde los 60 en adelante”.
En la misma línea, uno de los mayores referentes actuales del folclorismo argentino, Juan Falú, destacó que en su país Viglietti es un ícono, y que siempre fue muy escuchado por su cancionero de denuncia. “Hace poco hizo una gira de presentaciones por acá, y todas fueron ceremonias rituales por lo que él significó como estandarte. Siempre valoré su condición musical y guitarrística, porque su modo de tocar la guitarra era muy personal y de mucho conocimiento. Se trata de alguien que maneja el sentido contrapuntístico del instrumento en relación con el canto. En su guitarra, más que un mero acompañamiento rítmico o armónico, hay composiciones que va tocando mientras canta. Y eso es algo que se valora y se respeta mucho mucho en esta parte del mundo. Acá, a ese modo lo empezó a desarrollar Eduardo Falú [tío de Juan]. Así que, por donde se lo mire, la figura de Daniel es muy luminosa”. Para el tucumano, hay obras “que pasan en forma efímera, a veces con un brillo superficial que se desvanece. Pero hay otras que tienen a la eternidad como destino. A lo de Viglietti se le aplica muchísimo una expresión yupanquiana que me gusta mucho: que el artista es mejor que alumbre y no que deslumbre. Daniel alumbra, y mucho. Porque el compromiso con la creación es muy importante: a veces la ideología destiñe a la canción, y que prevalezca tanto el mensaje estético como el ideológico es algo que tiene mucho que ver con Viglietti. Porque se puede ser muy chabacano con una canción de denuncia, que puede ser tan demagógica y superficial como una canción de amor, pero estamos ante un caso que la enalteció”.
Por su parte, el músico Guillermo Lamolle contó que durante años sólo conoció Canto libre, hasta que Viglietti volvió del exilio y entonces comenzó a escuchar todos sus discos. Opinó que su obra tuvo dos etapas bien distintas, pero que siempre fue experimental e “inventó una forma de tocar la guitarra, que se reconoce de lejos e hizo escuela, pero nadie toca como él. Primero se dio la época guerrillera, y cuando volvió, llegó con una serie de canciones rarísimas que cantó en el Franzini. La creación fue su principal compromiso, en el sentido de que la guitarra era tanto o más revolucionaria que las letras de sus canciones. Algo que no sucede habitualmente. Por eso, al escucharlo uno sigue aprendiendo”. En cuanto a sus particularidades, apuntó que contaba con “una mano izquierda rarísima, por las armonías que usaba, y una derecha inimitable, que nadie entiende. A otros los podés entender pero no te sale, pero él no se entiende”. Cuando Lamolle comenzó a ir al Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP), Viglietti era como una entidad “mágica” e inaccesible, que aún no había vuelto del exilio. De modo que, al regreso, algunos le preguntaban, en relación con sus canciones: “¿Qué hacés acá?”, y “¿cómo hacés esto?”. “Me acuerdo cuando el Choncho Lazaroff le preguntaba qué hacía en tal canción, que sólo conocía por discos, y Viglietti decía que no sabía qué hacía. Los músicos son un poco así”. En cuanto a continuidades, dice que Lazaroff “fue uno de los que más o menos lo siguió, sobre todo con lo de la mano izquierda y la armonía, que era muy reconocible. Y como además tenía voz grave, a veces lo evocaba. Pero Viglietti era un tipo muy personal en su manera de tocar y de cantar. De hecho, ahora tenía la misma voz de los 20 años, y eso es inentendible”.
Al entrerriano Carlos Negro Aguirre (que en el próximo Música de la Tierra iba a interpretar “Gurisito” y el “El vals de la duna” junto a Viglietti), su obra le llegó en la adolescencia. “A medida que fui creciendo y adquiriendo más herramientas para desmenuzar sus canciones, me sentí muy atraído por su literatura, por ciertas maneras de sus construcciones y su arquitectura musical. Una arquitectura muy sobria, despojada, con la virtud de la simpleza, y a la vez con una enorme profundidad y contundencia, que te deja absolutamente conmovido. Hace un tiempo nos cruzamos en un festival vasco y me propuso hacer una entrevista para su programa [Tímpano]. Para mí fue algo soñado, porque era alguien que uno tomaba para construir su propio camino, que trasciende lo musical y literario y abraza una memoria social y política”. Su coterránea Liliana Herrero admitió estar “devastada”, porque eran amigos desde hace más de 40 años. “Anoche se acercó mi amiga Rita Cortese y me dijo bajito: ‘Murió Daniel Viglietti’. Todos los años en que compartimos lo que la amistad propone aparecieron en mi corazón. No atiné a nada. Tomé el micrófono y canté a capella un fragmento de la emblemática ‘Milonga de andar lejos’: ‘Ayudéme compañero / ayudéme no demore / que una gota con ser poco / con otras se hace aguacero’”.
Del otro lado del teléfono, el guitarrista y compositor Carlos da Silveira, que tocó con Viglietti en los últimos años, contó que lo seguía sorprendiendo la energía que mantenía: “Hicimos una gira por el interior con el sonidista Martín Pereira, Pablo Somma, Andrés Bedó y Jorge Trasante, y nos reíamos porque a las 2.00, en medio de la ruta, cuando nosotros estábamos para tirar a la basura, él quería parar la camioneta cuando íbamos rumbo a Lavalleja para ver el Cebollatí de noche. Y después se levantaba olímpico”. La primera vez que lo escuchó fue en Tacuarembó, en 1962, cuando Da Silveira tenía 12 años. Y después en 1968, cuando se vino a Montevideo. “En 1970 me volví a Tacuarembó por un año, empezamos a juntarnos con Eduardo Darnauchans, y un día él fue telonero de Viglietti en el cine Rex. Después vino Numa Moraes y nos mostró “La patria, compañero”; cuando vi cómo tocaba la guitarra le pregunté con quién estudiaba, y me dijo que era con Viglietti. Al volver a Montevideo fue lo primero que hice, estudié con él de 1971 a 1973, y era un profesor de puta madre, porque te hacía laburar para que aprendieras. Te planteaba acertijos, aprietos de cómo resolver y tocar algunas cosas. A experimentar con la guitarra aprendí con él”. En 1984 lo llamó Rubén Castillo porque Viglietti se había lastimado la mano izquierda y quería que Da Silveira lo acompañara. “Ahí saqué los discos al dedillo, y cuando no podía tocar porque la técnica no me daba, inventaba algo que funcionara. Era una enorme responsabilidad tocar con alguien como él. Y todavía probamos –antes de tocar en el estadio Centenario– a hacer ‘La llamarada’ con Chico Buarque, a ver qué salía. Casi que la improvisamos en el escenario”.